Mis veranos en las marinas de Denia eran azules y salados! Azules de cielo y playa  y salados como mi piel y el mar ! Mi cuerpo entero era dorado y mi melena por los rayos de sol y la brisa marina rubia y enredada!  La fina arena, compañera que no nos abandonaba al igual que los mosquitos por las noches. Recuerdo los largos baños de las tardes hasta ponerse el sol, y el frío al salir del agua y correr a por la toalla entre tiritones. El extra del verano era la excursión en patinete, en esa hora la aventura estaba más que asegurada, adentrarnos con amigos en el mar y contemplar las cercanas praderas de posidonia, tirarnos desde el alerón y bucear con gafas era toda una fiesta. Los baños en días de resaca en la playa tras alguna tormenta de verano eran también los más divertidos y si contábamos con alguna colchoneta los  revolcones asegurados en el agua, el mejor de los regalos. En el verano el tiempo cobraba otra dimensión como todo en la infancia.

En La foto, Hector Lopez Mohar y sus hijos
Amor y Héctor en la playa de las marinas frente al hotel Villamor, donde mi padre solía pescar pulpos.